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19 de febrero de 2014

#14 El rey pálido del bonometro

Ayer fui a la estación de metro como hago a diario, todo sería idéntico a tanto otros días, de no ser por una mujer de origen africano y de bastante buen ver, que me reclamaba agitando dos billetes de cinco euros, obligándome socialmente a quitarme los auriculares de mis oídos. Parece ser, que la buena mujer se había quedado encerrada en esta jungla tecnológica que es el metro en valencia y como no había ningún revisor en la parada, estaba atrapada en esos barrotes con sensores, que son las puertas del metro. 

"Me he quedado encerrada y he cargado un viaje de A y B, y ahora no puedo salir" me dijo como azorada " Me puedes recargar el bono" me dijo mientras agitaba dos billetes de cinco. 

 Allí vi mi oportunidad de brillar, le dije que se olvidase, "como yo tenía que entrar" le dije, con la voz más masculina y galante que tengo "que saliese cuando yo entraba". Pasé mi bono metro y como dos verdaderos autómatas gimnastas aquella mujer y yo nos cruzamos a mitad de que la puerta se abriese, con tan mala pata, que aquellos sensores diablescos descubrieron nuestra trampa y la puerta se cerró justo cuando nos cruzábamos en las puertas, juntando nuestros cuerpos abrigados creando un yin yang multiracial. La cosa podía haber sido más violenta, haber acabado en dos contusiones cerebrales y se podrían haber intercambiado nuestras personalidades, como las películas esas rancias. Pero todo quedo en un violento abrazo. A empujones nos liberamos de las puertas y nuestros cuerpos avergonzados no se encontraron más. Me giré para despedirme, y antes que le dejase agradecérmelo, le hice el signo de okey con la mano. Los dos no reímos, y ella me respondió con otro okey. Luego ya no pasó nada, Cogí mi metro.